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Por qué y cómo dejar de compararse con los demás

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Compararse con los demás puede perjudicar nuestra autoestima y causarnos estrés. Averigua por qué y cómo dejar de compararse con los demás.

Es natural tender a compararse con los demás. Pero dependiendo del objetivo de nuestra comparación nos puede hacer sentir mal y perjudicar nuestra autoestima. Veamos por qué nos comparamos, cuándo no nos sienta bien y cómo dejar de compararse con los demás si este es el caso.

Por qué nos comparamos

Compararse con otras personas es una manera de evaluar cómo estamos, nuestras capacidades y puntos de vista. ¿Qué tal nos va a nivel profesional o personal? ¿A qué podemos aspirar? ¿Nuestros valores, creencias y opiniones tienen sentido? Compararse de forma razonable y correcta nos puede motivar a desarrollarnos y crecer.

El psicólogo social Leon Festinger estudió en los años 1950 la comparación social y los motivos que nos llevan a ella. Según él tenemos básicamente dos motivos. Por un lado, reducir la incertidumbre sobre ciertos aspectos o áreas de nuestra vida. Por otro lado, aprender a definirnos. Dijo que no sabemos definirnos de forma independiente e intrí­nseca. Solo lo podemos hacer en relación a otras personas.

Festinger también averiguó que cuánto mayor la diferencia entre nuestras opiniones y capacidades y la de otra persona, menor nuestra tendencia a compararnos con ella. Es decir que solemos buscar más la comparativa con personas que consideramos que están a nuestro nivel o en una situación similar.

Cuánto más importante consideremos cierto grupo de personas, más presión sentimos a medir nuestras habilidades y opiniones respecto de ellos y conformarnos y adaptarnos para parecernos.

Cómo nos comparamos con los demás

Es casi inevitable compararse, aunque sea en algún momento, con los demás. La cuestión es cómo hacemos esa comparación y con qué objetivo.

Tendemos a comparar un aspecto de nosotros sobre el que nos sentimos inseguros o que sabemos que es mejorable. Lo comparamos con lo que vemos de forma superficial en otros. Es decir que comparamos con la imagen que proyectan al exterior, sea en ciertas actividades o en redes sociales.

Tomamos lo poco que percibimos como toda la verdad. No nos pararnos a pensar cómo ha llegado esa persona allí­, cuáles son su bagaje y experiencias. Tampoco nos valoramos a nosotros mismos, nuestra experiencia, nuestros logros y capacidades.

En definitiva, no solemos comparar en igualdad de condiciones. Por eso lo más probable es que salgamos perdiendo en la comparativa, al poner en la balanza lo peor de nosotros y lo mejor de los demás.

Los efectos de compararse con los demás

Compararse con los demás suele perjudicar nuestra autoestima. Comparar nuestras debilidades con las fortalezas de los demás solo puede hacernos sentir mal e inferiores.

Incluso si comparamos una fortaleza nuestra con la de otra persona, solo nos podemos sentir bien, si superamos al otro en esa fortaleza. Eso lleva a basar nuestra autoestima sobre arenas movedizas. Solo te puedes sentir bien considerando al otro inferior. Además, siempre puede aparecer alguien que sea mejor que tú en ese aspecto. Entonces se hundirá tu autoestima.

Este tipo de comparaciones además suelen crear envidia y resentimiento hacia los demás. Es posible que sientas la necesidad de criticarlos. De este modo te vetas la posibilidad de conocerlos mejor, de valorarlos e incluso admirar sus cualidades. 

Por otro lado, la necesidad de sentirte superior a los demás puede llevarte a alardear en demasí­a sobre tus logros lo que tampoco ayudará a ganarte el favor y la simpatí­a de los demás.

Vivir preocupado por lo bien o mal que estamos en comparación con otros consume mucha energí­a y un tiempo valioso que podrí­as invertir en cosas más productivas. Te crea un estrés innecesario. Además, te impide comportarte de forma auténtica y expresarte con libertad.

También ten en cuenta que una buena comparación requiere de medidas y puntos de referencia válidos. Comparar tus aspectos internos y conocidos con lo que aparenta ser otra persona no puede ser una comparación justa. Es como si comparásemos peras con manzanas.

Imagen de Tumisu en Pixabay

 

Cómo dejar de compararse con los demás

Una vez visto por qué nos comparamos y qué efecto tiene sobre nuestra autoestima y bienestar, veamos cómo dejar de compararse con otras personas.

¿Cuándo y por qué te comparas?

Primero toma consciencia de las situaciones en las que te sueles comparar. Puede no ser tan fácil si el hábito es tan arraigado que lo haces a menudo sin darte cuenta. Así­ que intenta prestar atención a cuándo tiendes a compararte.

El segundo paso es pensar cuál es el objetivo detrás. ¿Qué quieres conseguir con la comparación? ¿Reafirmarte o evaluar tu situación?

Evaluarse vs. reafirmarse

Compararse puede afectar negativamente a nuestra autoestima además de estancar nuestro desarrollo personal. Esto es así­ cuando nos comparamos para intentar reafirmar nuestras cualidades y nuestro ego. Puede volverse un reflejo obsesivo y tóxico. Además, si no salimos bien parados en la comparativa, seguramente experimentemos envidia, rabia o vergüenza.

Teniendo en cuenta que es humano compararse, ayuda a cambiar de enfoque. Quiere decir compararse para evaluar la propia situación y las habilidades de uno mismo con una mentalidad de crecimiento. Es decir, para averiguar en qué aspectos debemos trabajar y qué habilidades debemos mejorar para alcanzar nuestros objetivos personales o profesionales.

¿Qué consigues con la comparación?

Pregúntate qué consigues cuando te comparas. ¿Te crea malestar, estrés, envidia, rabia o vergüenza? Por tanto, ¿te ayuda a ser mejor persona o más bien te limita y te hace sentir peor contigo mismo? Date cuenta que te estás causando un dolor que podrí­as evitar.

Ponte a ti mismo en el foco

Compararse con los demás coloca el foco en las personas equivocadas. Solo puedes cambiar tu propia vida y mejorar tu propia persona. Por eso es mejor concentrarte en ti mismo y en tus propias cualidades.

Recuerda que eres único. Recuerda tus fortalezas, talentos, habilidades, cualidades y logros. Luego piensa qué es lo que quieres mejorar, qué fortalezas quieres potenciar. Para medir tu progreso, compárate con tu versión anterior. Realmente es la única referencia válida. Si quieres competir contra alguien que sea contra ti mismo con el afán de superarte y mejorar cada dí­a.

Imagen de Manuel Alvarez en Pixabay

 

Concéntrate en aprender

En vez de compararte e intentar competir con otros, concéntrate en desarrollarte. No dejes de aprender y de mejorar como persona y profesional. Reflexiona sobre qué te gustaría conseguir y ponte objetivos para trabajar hacia ellos.

De los errores, equivocaciones y fracasos es de lo que más se puede aprender. Los reveses nos pueden ayudar a crecer a nivel personal y profesional.

Búscate un propósito

Cuando sentimos que tenemos un propósito, cuando trabajamos en proyectos que nos llenan y tenemos intereses y pasatiempos que nos divierten, nos sentimos más satisfechos. Entonces queda poco lugar, tiempo e interés de compararse con los demás. Sentimos que tenemos cosas más importantes que hacer con nuestro tiempo.

Acepta la imperfección

Detrás del impulso de compararse continuamente puede esconderse un afán por conseguir la perfección. Es decir, por un lado creer que los demás tienen una vida perfecta, un aspecto perfecto, hacen esto o lo otro perfecto. Por otro lado creer que debes ser perfecto y aspirar a conseguir esa perfección en la que crees que viven otros.

Date cuenta que la perfección es una ilusión. Nadie es perfecto. Además, el perfeccionismo crea mucha presión y estrés. Una cosa es valorar tus fortalezas y estar orgulloso de ellas así­ como intentar dar siempre lo mejor de ti. Otra cosa es someterte a la presión constante de intentar ser perfecto. Vivirás más relajado y a gusto contigo mismo si aceptas que la perfección es imposible de alcanzar. Es más, ¿no crees que el mundo serí­a un lugar aburrido si todos fuéramos perfectos?

Revisa tu uso de las redes sociales

Las redes sociales han aumentado nuestro cí­rculo social y con ello también la comparación social. Se han convertido en un medio para presentar nuestro mejor lado y lo mejor que pasa (supuestamente) en nuestra vida. Las redes sociales están llenas de caras perfectas, cuerpos perfectos, gente con hábitos super saludables y vidas divertidas e interesantes que dan envidia. Parecen tener una vida perfecta y ningún problema o preocupación.

Pero no son los únicos contenidos que se pueden encontrar en redes sociales. Por eso sugiero que revises qué es lo que consumes y cómo te hace sentir. Todo lo que te haga sentir mal o inferior, te sugiero que dejes de seguir y consumirlo.

Aprovecho para invitarte a pensar cuántas veces al dí­a consumes las redes sociales y con qué objetivo. ¿Para distraerte cuando estés aburrido? Tal vez te quieras plantear incluso hacer una desintoxicación digital.

Atrápate in fraganti

Decí­a antes que la costumbre de compararse puede estar muy arraigada. Para perder esa mala costumbre y dejar de compararse, tal vez te pueda ayudar el truco de decir ‘alto’ o ‘para’ cada vez que te atrapes en el acto.

Fí­jate en lo positivo

Si pones tu atención en las cosas positivas, sean cosas buenas que te pasen o aspectos positivos tuyos y de los demás, te sentirás más satisfecho. Saborear los buenos momentos y buenos recuerdos y practicar la gratitud ayudan a cultivar una actitud más positiva. Las personas satisfechas y agradecidas no suelen ser envidiosas. Se sienten a gusto consigo mismas y tienen mejor autoestima.

Practica la atención plena

Por último sugiero que introduzcas la atención plena en tu vida. Aprender a estar presente, practicar la meditación o la contemplación aumentan tu autoconocimiento, aceptación de ti mismo, compasión y gentileza contigo mismo y los demás así­ como tu nivel de paciencia. De este modo se reduce la necesidad de buscar distracciones improductivas y compararte con otros.

¿Dejarás de compararte con los demás?

Compararte constantemente con los demás te ofrece poco que ganar pero mucho que perder. Las comparaciones no solo te suelen robar tu autoestima sino también un tiempo y energí­a valiosos que podrí­as emplear de maneras más productivas.

Las comparaciones incluso pueden perjudicar tus relaciones sociales, causando un distanciamiento de amigos, familiares, compañeros y conocidos o creando conflictos con ellos.

¿Sueles compararte a menudo? ¿Con qué objetivo? ¿Cómo te suele hacer sentir? Después de leer este post ¿intentarás hacer algún cambio y, si es así­, cuál?

 

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Imagen de Shelley Shang en Pixabay

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